Agua,
Roca y Arena. Pocos árboles en San Ciprián. Un paisaje
de impresionante sencillez. El vivero, ligado a tierra por el
istmo de un estrecho muro, casi tiene forma de corazón.
Aquí se vive del mar y par el mar. El horizonte no deja
otra elección. Esta agua, en calma hoy, mañana puede
ser amenaza o tragedia, pero en cualquier caso es como una ancha
presencia familiar, como un terrible destino que se acepta sin
discutir, encogiendo apenas los hombros
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