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Aquí
la costa es dura y difícil. No hay concesiones ni regalos de la Naturaleza
para esta punta donde baten los vientos y las olas con esa tremenda verdad
de los elementos desencadenados. No cabe aquí tampoco ese descanso
que da lo vegetal, ese contorno amable de prados y de pinos que cerca otros
pueblos de la costa. Aquí solo hay roca y arena y una desgarrada,
elemental necesidad de luchar y vivir. Los huertos, pequeños y escasos,
no alegran demasiado la vista. Apenas esos graciosos festones de los dejados
le dan a la imagen una nota risueña, un toque pintoresco que suaviza
su desolado dramatismo de tierra empeñada en una batalla interminable |
Agua,
Roca y Arena. Pocos árboles en San Ciprián. Un paisaje de
impresionante sencillez. El vivero, ligado a tierra por el istmo de un estrecho
muro, casi tiene forma de corazón. Aquí se vive del mar y
par el mar. El horizonte no deja otra elección. Esta agua, en calma
hoy, mañana puede ser amenaza o tragedia, pero en cualquier caso
es como una ancha presencia familiar, como un terrible destino que se acepta
sin discutir, encogiendo apenas los hombros |
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